sábado, 4 de abril de 2009


Camp Arena, Herat. 20 de mayo. 15:56.

El segundo Cougar empezaba a posarse levantando una polvareda que obligaba a usar gafas de protección y a cubrirse la cara con pañuelos al personal que trabajaba cerca de la pista. Era la primera vez que Pilar volaba en helicóptero y lo cierto es que no había disfrutado de la experiencia. Había sido un largo vuelo que los había traído desde el aeropuerto de Kabul, a más de 600 kilómetros, gran parte del mismo en modo táctico, con fuertes giros y oscilaciones. Pilar no dejaba de pensar todo el vuelo en aquel Cougar supuestamente estrellado en agosto de 2005 con sus 17 ocupantes. Por ello se sintió animada por la vista de los edificios de Camp Arena desde el aire.
Era el final de un viaje largo y no muy cómodo que se alargó durante más de un día. Aunque pensaban que saldrían de la Base Aérea de Getafe en algún C-130, el MATRANS encontró que, dada la cantidad de personal de la ASPFOR que provenía de unidades de Valencia, era más conveniente transportarles por separado desde el aeropuerto de Manises. El día 19, a las 11:00, embarcó en un Boeing 707 un grupo compuesto por personal del RINT, del BHELMA II, del RETAC XXI, de la UALOG XXXI y del Batallón CIMIC. Tras repostar en el aeropuerto de Son Sant Joan, el vuelo duró 10 horas hasta el aeropuerto de Manás, en Kirguizistán. Ya que la mayoría no pudo dormir, la parte cómoda del viaje transcurrió entre charlas, películas y lecturas de libros y revistas. Pilar llevaba unos pocos libros, su ordenador portátil, su inseparable Mp3 y un buen surtido de películas y música bajadas de Internet. Llegaron a Manás en plena madrugada, donde les esperaba un C-130 que les llevaría en dos viajes al aeropuerto de Kabul. Una vez allí tuvieron que esperar varias horas en la sala de tránsito a la espera del Cougar. No estaba segura si iría por tierra o aire. Ya que el vuelo había traído a personal especialista y su equipaje, se decidió llevarles lo antes posible a Herat y dejar la ruta por tierra para el equipo más pesado.
De momento, el vuelo en el C-130 le había resultado menos cómodo, pero Pilar pensó que les ayudaba a entrar en situación, especialmente cuando la maniobra de aproximación se realizó en modo táctico por el peligro de SAM. Llevaban ya sus uniformes de clima árido, sus mochilas y sus G-36. Finalmente llegaron dos Cougar y se separaron en grupos. Confiaban en que los holandeses o los americanos les ayudasen en el transporte con sus CH-47E Chinook, pero Pilar estaba en el segundo grupo de veinte que subió rápidamente a uno de los helicópteros españoles. Este se elevó y picó el morro al coger velocidad en dirección al oeste.
El vuelo final duró más de tres horas, durante las cuales Pilar intentó luchar contra el mareo con la música de sus auriculares y mirando por la escotilla. A medida que sobrevolaban los paisajes que les ofrecía la geografía del centro de Afganistán, Pilar se sintió sobrecogida por la belleza salvaje de las montañas del centro, los valles verdes y profundos, y todo el rato con los vestigios de treinta años de sucesivas guerras. Por todas partes veía blindados quemados, restos de helicópteros derribados y de edificios destruidos. La población rural, si la otra podía considerarse urbana, parecía agruparse en aldeas desperdigadas de entre cien y doscientas casas, y todas le parecían iguales. Aún veía mujeres con el burka, pero de momento a ningún hombre tocado con el temible turbante negro de los talibanes.
El Cougar tocó el suelo y tras un instante el ametrallador de la puerta les dio la señal para que bajasen. Pilar saltó con su G-36 en la mano y cogió su mochila del suelo del helicóptero. Un soldado les indicaba la entrada a un edificio de hormigón, en cuyo interior iban acumulándose personal y material. A los que iban pasando los hicieron pasar a un comedor, donde dejaban las mochilas junto a las paredes y se reunían por el centro. Al cabo de unos minutos apareció una chica alta de unos veintitantos que se dirigió al final de la parte alargada de la sala.
- Buenos días a todos y bienvenidos a Camp Arena. Soy la cabo 1º Luaces y seré la encargada de su recepción. Cuando hayan llegado todos el coronel se dirigirá a ustedes, pero eso será mañana o pasado. De momento les vamos a separar por unidades, llevarles a su alojamiento para que se instalen y orientarles para que puedan moverse por la base. A ver, ¿los de CIMIC?
Cuatro brazos se levantaron.
- Barea, llévatelos y les explicas donde está todo. De todas maneras, todos ustedes encontrarán en sus alojamientos unas hojas con información útil y un plano de la base. Sigamos. ¿Logística?
- Aquí –dijo un alférez rodeado de dieciocho brazos.
- Herrera, éstos se van contigo. ¿Transmisiones?
- Creo que aún no ha llegado ninguno –dijo Pilar tras mirar por la sala.
- ¿Y usted es…?
- Inteligencia. Creo que de momento estoy sola.
- Pues véngase conmigo, está muy cerca. El resto esperen aquí, por favor. Vendremos enseguida.Pilar se echó al hombro su enorme mochila y cogió su G-36, lo que con la cara que traía tras aquel viaje y el arrugado uniforme de clima árido le daba un aire, si no amenazador...(hasta ahí enseño).

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