martes, 30 de junio de 2009

El JEMAD ya tiene Plenos Poderes


Es casualidad, pero también en Plenos Poderes el JEMAD es un general del aire.

jueves, 25 de junio de 2009

La Ministra de Defensa ya tiene su ejemplar




No se si le lo leerá, pero al menos ya tiene un motivo para acordarse para bien de los reservistas.Que alguien se lo va a leer es seguro, el ministerio siempre anda atento a indiscreciones, críticas a la autoridad, filtraciones grandes o pequeñas y demás pecadillos literarios.




Lejos de arrimar el ascua a ninguna sardina, he procurado cuidar la higiene ideológica de Plenos Poderes. No se menciona PP ni PSOE, ya que entiendo que la gran dicotomía de las misiones exteriores españolas es más un problema cultural que político.




Creo que las generaciones futuras, al volver la vista a esta época de lucha contra el terrorismo, considerarán que en estos años estamos librando la III Guerra Mundial. Los que luchaban en la Primera tampoco la llamaron así hasta muchos años después. No me preocupa la denominación del conflicto. Lo que sí me preocupa y mucho es si esas generaciones pensarán que España hizo todo lo que pudo para salvaguardar la seguridad del mundo y evitar una nueva Edad Media.




En fin, simplemente espero que guste a quien la lea. Si además hago pensar un poco incidiendo en aspectos como la infradotación de nuestras misiones o el peligro que representa para nuestro mundo el terrorismo islámico me daré por satisfecho.


Gracias por su misiva, Sra. Ministra.

martes, 16 de junio de 2009

Bob recibe instrucciones


Fort Belvoir, Virginia. 10 de septiembre. 18:23.

Bob había recibido una breve llamada del coronel Rawlins a primera hora de la mañana ordenándole que se quedase un rato más tras terminar la jornada porque necesitaba comentarle el resultado de la última reunión en Langley. Había asistido como backseater del director de la DIA, que, como los demás directores de las principales agencias, había sido convocado por el DCI para informarles del resultado de la reunión con la presidenta Anderson. Fuese lo que fuese prometía ser algo gordo.
Finalmente vio por una cristalera de la oficina que su superior llegaba en uno de los coches eléctricos que habían empezado a usar en la base para los trayectos cortos. Venía directamente del helipuerto y era una de las pocas ocasiones en que veía a su jefe en uniforme de representación.
Aquel hombre con gafas y con la cara ensombrecida por la preocupación entró en el edificio de ladrillo y encontró a Bob sirviéndose un café en el pasillo.
- Buenas tardes. ¿Café, coronel?
- No, y tú tampoco lo necesitarás. Demos un paseo –respondió lacónicamente.
- De acuerdo, deme un segundo.
Bob cerró con llave su despacho y acompañó al coronel al exterior. Se alejaron unos doscientos metros y llegaron a una zona ajardinada donde a esas horas no podían ser vistos por nadie salvo por el escaso personal de guardia o algún empleado de mantenimiento.
- Usted dirá, coronel.
- El DCI nos ha dicho que debemos empezar a eliminar a los miembros de al Qaeda estén donde estén.
- Pensaba que ya lo estábamos haciendo.
- No, Bob. Me refiero es que se ha abierto la veda para eliminar físicamente a Ben Laden y a sus colaboradores por todos los medios disponibles. La orden para la localización sigue siendo general, pero las nuevas directivas sólo las conocen los directores y algunas personas clave, que no deben ser más de cincuenta.
- Ya, bueno, ¿y qué esperan que hagamos al cabo de de más de siete años que no hayamos hecho ya? No esperarán que empiecen a caer Ben Laden y toda su pandilla de un día para otro sólo porque en la Casa Blanca necesiten darle carpetazo al asunto.
- Te digo lo que hay. Nos han pedido que ampliemos nuestro…¿cómo lo llamó Galli?...espectro de actuación. El caso es que como pillamos a Sadam, a los hijos, a al Zarqawui y los demás ahora creen que podemos encontrar a cualquiera.
- ¿Y la CIA? ¿Nos pasa el balón por las buenas?
- No es eso, Bob. Cada uno localizará y eliminará a quien pueda, y la CIA irá a por los que tenga en su punto de mira. Pero el premio gordo está en nuestro patio y nos toca a nosotros. Esto va a llamarse Proyecto Greengrass –continuó tras una pausa. Hay una lista de objetivos por orden de prioridad que recibirán un nombre clave, el nombre del proyecto seguido de una letra y un número de dos cifras.
- No se han partido la cabeza. Aunque se lo que va a pasar. Cada uno se guardará su información, habrá varias agencias detrás de los mejores bocados y nadie querrá ocuparse de roer huesos –dijo Bob retrepándose en el banco donde se habían sentado.
- Parece que la presidenta ha sido tajante con eso. El director cuya agencia oculte información a las demás será cesado inmediatamente, y en cuanto a los objetivos tenemos la preponderancia en Asia Central aunque no estaremos solos.
- Coronel ¿no le parece esto un regalo envenenado? ¿Qué va a pasar cuando pase el tiempo y no podamos ir poniendo cruces en la lista de Langley? Señor, con todo respeto, no entiendo como ha podido verse envuelto en este…proyecto que sabe que no puede funcionar. Esto se va a saber y se desharán de usted como del pescado viejo.
Rawlins se relajó en aquel banco y se tomó un momento para mirar aquellos abedules mecidos por el viento. Era una bonita tarde de finales de verano y su mujer le esperaba en casa para contarle que su hija Barbara había decidido coger aquel trabajo en Atlanta. Pensaba a menudo en qué condiciones estaba si algún día su Creador decidía no renovarle el contrato. Se encogió de hombros y empezó a responder a aquel hombre con el que tenía compartir esa nueva carga.
- Bob, todos tenemos fecha de caducidad. Ya sabes que estuve con los Deltas en Mogadiscio aquel día de octubre en que casi nos dan pasaporte a todos. Cuando tuvimos que salir por la tarde a intentar rescatar a los que habían quedado atrapados en Bakara todos dejamos nuestras cartas de despedida a alguien que conocíamos. Nadie contaba con salir con vida tras ver llegar aquella caravana de Humvees acribillados. Yo había escrito la mía antes, pero no se la había dado a nadie. Escribí una nota a mi mujer y a mis hijos diciéndoles que les quería y que me perdonasen por lo que les había obligado a pasar. El hecho de considerarme muerto me hizo encontrar cierta paz, y cuando volví con ellos consideré el resto de mi vida como una prórroga. Todo es más sencillo cuando asumes que algún día llegará tu final, éstés preparado o no. Lo que te preocupa entonces es como te recordarán y como te verás a ti mismo cuando acabe todo.
Bob guardó silencio y miró a aquel hombre complejo de quien no se esperaba ese arrebato sentimental. Posiblemente era la ocasión en que le había dirigido más palabras seguidas.
- Así están las cosas, comandante. Algo se nos ocurrirá.
Se levantaron y se encaminaron juntos en silencio al edificio de ladrillo.

miércoles, 3 de junio de 2009

Camp Arena. Herat, Afganistán. 30 de agosto. 11:53.



El coronel Macías empezaba a notar la sacudida del viento a medida que el Cougar de las FAMET iba perdiendo altitud para posarse en la pista habilitada para pequeña parada. Era un mediodía en agosto, y aunque la altitud aliviaba un poco el calor, no hizo que su segundo mandase firmes a las tropas formadas hasta el último momento. Sabía que muchos, especialmente los infantes, acumulaban ya mucho cansancio y poco humor. Lo mismo que él.
Un mes, pensó. Han esperado un jodido mes para demostrar lo mucho que se preocupan por nosotros. Al menos mandaron tres semanas atrás otros dos Cougar para reforzar el componente aéreo de la agrupación táctica después de que se cerrase definitivamente la ruta terrestre a Qala-i-Naw. Había solicitado el envío urgente de tres HA-28 Tigre para apoyo aéreo cercano, especialmente ahora que los americanos no estarían allí para proporcionarlo, pero el JEMAD arguyó que dada la situación política podría dar un mensaje equivocado a la opinión pública y resultar provocador para los líderes locales.
- Bueno, acabemos con esto –mascullo a su segundo.
El helicóptero se había posado y las palas seguían girando cuando el ministro de defensa, Raúl Soto, bajó de un salto desde la puerta ataviado con lo que venía siendo la vestimenta de campaña para los políticos en verano: botas de lona, pantalones y camisa de algodón de color claro, gafas de sol y una kafiya, el conocido como pañuelo palestino. Le siguió el JEMAD, el general del Ejército del Aire Alejandro Dávila, éste con mono de piloto color arena y gorro azul. El coronel salió a su encuentro.
- A la orden de vuecencia, señor ministro –dijo cuadrándose.
- Buenos días. Veo que lo que es sol no les falta.
- Eso es verdad. Si le parece bien pasamos revista a las tropas y vamos dentro para que vea las mejoras que hemos hecho. Hemos preparado un vino para dentro de una hora.
- Estupendo, vamos a ello.
Era un día de trabajo cualquiera a pesar de ser domingo, y apenas habían podido reunir sesenta efectivos para la formación sacando de sus puestos a cocineros, oficinistas y mecánicos. Casi todo el personal de la I Bandera Paracaidista estaba realizando algún servicio de escolta y seguridad. Las bajas sufridas el mes anterior habían sido repuestas, pero sabían de la negativa a enviar helicópteros Tigre y se sentían dolidos y frustrados.
Finalmente, el coronel llevó a sus invitados al interior de un edificio donde, ante una maqueta, explicó al ministro y al JEMAD las nuevas medidas que habían adoptado.
- Como puede ver hemos doblado el número de radares Arine en nuestro perímetro y hacemos salidas diarias con el Searcher, que es monitorizado desde esta habitación –dijo señalando un pequeño anexo de la maqueta. No obstante hemos estado realizando patrullas terrestres con personal del GOE III. Nuestro problema ahora es que, aunque los dos Cougar adicionales han sido un alivio temporal, nuestras necesidades logísticas han aumentado más que nuestra capacidad de transporte y de autodefensa.
- ¿Cómo es eso?
- Pues hemos tenido que aumentar la capacidad de nuestra pista, traer más repuestos y combustible, alojar más personal…pero la capacidad añadida de los dos Cougar no suple la capacidad de transporte terrestre hacia el PRT sin la que nos hemos quedado.
El general Dávila hizo una señal a su ayudante, que invitó al equipo de TVE a que le acompañasen para tomar algunas imágenes de las instalaciones y recoger algunos testimonios. Mientras se iban, el coronel Macías les hizo un gesto para que le siguieran. Una vez en su despacho, los cuatro hombres tomaron asiento.
- Señor ministro, creo que no estamos en condiciones de desarrollar nuestra misión con seguridad a menos que contemos con apoyo aéreo cercano –dijo finalmente el coronel.
- ¿Qué apoyo necesitaría? –preguntó el general Dávila.
- Para este sector no estaría mal una escuadrilla de F/A-18, pero nos apañaríamos con algo más modesto. Ya que este es el sector más alejado y que los americanos se han desentendido de él no podemos seguir contando con sus Apache. No queda más remedio que arreglárnoslas solos, pero el apoyo más cercano de esa clase es de los holandeses y están al límite de sus posibilidades.
- ¿Y…?
- Pues que si nos vemos atacados aquí, y no digamos en el PRT, no tenemos prácticamente nada. Las MG-3 de los Cougar y nada más. Necesitamos al menos dos Tigre de forma permanente.
- Macías, creo que ya hablamos de eso –terció el general. Nos gustaría ayudarle pero en este momento lo que nos pide no es viable. Para empezar, el Tigre se encuentra aún en fase de entrega.
Macías sacudió la cabeza despacio, dividido entre la incredulidad y la frustración. Las primeras unidades se habían recibido tres años antes, y el BHELA I contaba ya con doce aparatos. Estaba claro que no se los iban a dar.
- Mire, coronel –quiso atajar el ministro. La realidad es que no tenemos el apoyo de los medios ni de la opinión pública. Y si no, mire. Sólo hemos podido traernos a Televisión Española. La gente cada vez ve más a Afganistán como otro Iraq y está deseando olvidarse de esto. Izquierda Unida ha hecho de la retirada de las tropas su bandera y blasón, los nacionalistas pasan, como siempre, y la oposición no pide la retirada, pero nos patea con esto cada vez que puede. Estamos obligados a seguir aquí por la OTAN y nada más; la gente tolera que mandemos tropas en misiones humanitarias y se conmueve con las fotos de los soldados repartiendo comida a niños famélicos, pero ese apoyo se esfuma en cuanto empieza a ver que nos mezclamos en una guerra civil en un país tercermundista. Es como en Ruanda o Somalia. No podemos dar la impresión de que vamos a una guerra.
- ¿Aunque ya estemos?
- Es duro, pero así es. Sólo le pido que haga lo que pueda con lo que hay, y si dado el momento no podemos seguir sosteniendo el PRT pues habrá que clausurarlo. De todas maneras, al irse los americanos empezará la desbandada.
Aquel veterano de cuatro misiones miró a los ojos a sus interlocutores y se dio cuenta de la inutilidad de argumentar nada más. Se preguntó con cuantos muertos acabaría la misión de España en Afganistán antes de abandonar a su suerte a aquellos afganos que habían empezado a mirar a los soldados españoles con respeto, y a veces simpatía. Se miró el reloj.
- Es la una menos diez. ¿Vamos ya al vino?