jueves, 12 de febrero de 2009

Pues podemos empezar por el prólogo.

El uso de psíquicos o personas con capacidades extrasensoriales por parte de gobiernos es un hecho. Durante la Guerra Fría, tanto las autoridades soviéticas como las norteamericanas invirtieron enormes sumas de dinero en programas de investigación sobre el uso de las capacidades psíquicas en labores de espionaje. El recurso a videntes en investigaciones policiales relacionadas con secuestros y desapariciones es ya habitual en Europa y Estados Unidos, aunque las familias de las víctimas estén más dispuestas a admitirlo que la Policía.

En Estados Unidos, tanto la Agencia Central de Inteligencia como la inteligencia militar mostraron desde 1948 un creciente interés en el campo de la visión remota que se materializó en un proyecto de la DIA conocido como Stargate. Este contó con la participación de videntes profesionales, voluntarios que presentaban diversas facultades, algunos de ellos militares norteamericanos, y un buen número de farsantes que acabaron desanimando a los investigadores y provocaron el cierre del proyecto ante la imposibilidad de usar aquel nuevo recurso de manera regular.

Todo ello es del dominio público tras la entrada en vigor del Acta de Libertad de Información de 1995 y no es difícil encontrarlo en las numerosas páqinas web oficiales y no oficiales de las agencias norteamericanas de inteligencia. Lo que no es tan conocido es la existencia de la unidad conocida como la Actividad.

Según relata Michael Smith en su libro Killer Elite, el Pentágono reconoció tras el fracaso en 1980 de la operación de rescate de los rehenes retenidos en Irán, que se necesitaba una nueva unidad de inteligencia militar. Tal unidad tenía como objetivo proporcionar información para apoyar futuras operaciones antiterroristas y fue fundada por el coronel Jerry King en 1981. Su nombre viene de la denominación Intelligence Support Activity o ISA, aunque ha recibido otros muchos para enmascarar su existencia y financiación.

En los últimos años se ha sabido que elementos de la Actividad han participado en la captura de personajes como Pablo Escobar, al Zarqawui, Sadam Hussein y sus hijos, en colaboración con otras unidades como la Fuerza Delta o los SEAL de la armada estadounidense.

Esta es una obra de ficción. No hay ninguna constancia del uso de psíquicos, ya sean personal militar o civil, por parte de la inteligencia militar española ni de ninguna agencia de nuestro gobierno. Tampoco consta que el gobierno norteamericano ni sus aliados estén empleando a personas con capacidades de percepción extrasensorial en la actual guerra contra el terrorismo. De momento.

La hora figura siempre en horario local y el relato se desarrolla en un futuro muy cercano, pero indefinido. Salvo los que son ya conocidos, los personajes no pretenden representar a personas vivas ni fallecidas y, como suele decirse en el mundo de la ficción, todo parecido es una coincidencia.

Pido disculpas a los lectores, y especialmente a los militares, por los errores e imprecisiones relacionadas con su ámbito de actividad que puedan encontrar en el relato. Quisiera en estas líneas expresar un humilde reconocimiento a nuestros militares por su labor y sus sacrificios dentro y fuera de nuestro territorio; y muy especialmente a Germán Pérez Burgos, Boina Verde, Reservista Voluntario y Caballero Legionario Paracaidista, que encontró el final de su vida sirviendo a España en Afganistán.

Por último, quiero dar las gracias a los pocos profesionales del periodismo y de la milicia que no renuncian a contar lo que realmente pasa en aquel rincón del mundo.

Espero que disfruten con la lectura.

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